Monstruos de Whitechapel by Ricardo Muñoz Fajardo

Monstruos de Whitechapel by Ricardo Muñoz Fajardo

autor:Ricardo Muñoz Fajardo [Muñoz Fajardo, Ricardo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Misterio y Suspense
publicado: 2018-12-31T23:00:00+00:00


11. El Sacamantecas

Holmes investigó los nombre o apodos proporcionados por el periodista Logan. La información la obtuvimos por las cartas que él envió a conocidos en España y Francia, además de consultar la hemeroteca de The Daily Telegraph. De resultas de la documentación enviada por los circunstanciales corresponsales de Sherlock y la lectura de números atrasados del periódico, obtuvimos los semblantes de ambos asesinos múltiples.

El primero de ellos, el español, también el más próximo en el tiempo, se llamaba en realidad Juan Díaz de Garayo y algunos apellidos más de esos en los que abundan los hispanos, nacido en el año 1821 en un pueblo cercano a Vitoria, la capital provincial. El apodo más conocido con el que se le identificaba fue el Sacamantecas, aunque también se le nombraba como el Zurrumbón.

Una peculiaridad de este despiadado criminal era que estuvo casado cuatro veces lo que en España significa que se había quedado viudo en tres ocasiones, puesto que en ese país no existe el divorcio.

Asesino de seis mujeres, parece ser que no intervino en el fallecimiento de ninguna de sus esposas.

Díaz era un labriego que siempre tuvo dificultades económicas. Su ansia depredadora comenzó tras el óbito de su primera mujer, durante cuya convivencia llegó a reconocer que fue el único momento de su vida que fue feliz.

La primera víctima del Sacamantecas fue asesinada en el mes de abril de 1870, una prostituta que ya no era joven, a la que llevó a un rincón recóndito de los alrededores de vitoria y que estranguló, desnudó después y cubrió con el vestido que le había arrancado.

La segunda mujer muerta por este despiadado ser fue encontrada muerta casi un año después. Tratábase de una viuda que se ganaba la vida con cualquier oficio, entre ellos la prostitución, que se avino a ejercerlo para el criminal Ruiz. No muy lejos del lugar del anterior crimen apareció su cuerpo poco tiempo después. El crimen se perpetró también mediante estrangulación.

Hubo que esperar hasta el verano del año siguiente, 1872 para que el Sacamantecas volviera a actuar. En esta ocasión se trató de una cría de trece años, con la que se cruzó en un camino y atacó sin aparente premeditación, de súbito, como en un acto reflejo incontrolable.

Aquella niña rompió el estereotipo de las dos víctimas anteriores, pues se trataba de una criada y no de una meretriz. También fue a la primera que Díaz destripó. El monstruo no tardó apenas en asesinar por cuarta vez. Una semana después del crimen de la muchacha, el Sacamantecas contactó con una prostituta joven, a quien condujo a las afueras de Vitoria. Tras la faena, él la estranguló. Después, la clavó una horquilla en el corazón.

El terror se adueñó de la comarca y las gentes tomaron precauciones para no caer en las garras del criminal que ya se había tomado cuatro vidas.

Parece ser que Díaz se volvió más cauteloso y que consiguió contener sus impulsos homicidas durante mucho tiempo. También que intentó matar al menos en dos ocasiones, y



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